domingo, 14 de diciembre de 2014

2012, gilipollez apocalíptica

De los norteamericanos en general se ha dicho que son gente de motivaciones simples, que su optimismo natural es tan contagioso como difícil de soportar para los que están inmunizados. En su defensa diré que no por ser un pueblo de entusiastas carecen de contradicciones. Este anhelo por los finales felices, que ha edulcorado innecesariamente tantas películas en detrimento de su valor artístico, convive con la fascinación por lo apocalíptico. Quizá los estadounidenses, después de todo, no tengan la conciencia tan limpia como pueda parecer ni sean tan optimistas respecto al futuro.
           
Sea como fuere, ningún norteamericano disfruta tanto destruyendo nuestro mundo como el director Roland Emmerich, que debió sentirse feliz al acercarse el año 2012. ¿Quién sabe? El mundo sobrevivió al espeluznante año 2000 pero todavía no podemos decir que hemos sobrevivido a la profecía maya. Aún queda la esperanza de que esta vez sea la profecía definitiva.
            Había que destruir el mundo y cualquier pretexto era bueno, debió pensar Emmerich. No queriendo volver a meteoritos o cambios climáticos, Emmerich decidió que radiaciones solares invisibles afectarían al núcleo terrestre, de modo que la tectónica de placas se convertiría en una fiesta.
            Hay que decir que la llegada de radiaciones solares intensas no es una broma y tiene precedentes. En tiempos de crisis lo que menos necesitamos es este fenómeno natural, que pudiera provocar averías nunca vistas en nuestro sistema de telecomunicaciones. Pero la teoría de Emmerich es tan absurda que hay que preguntarse si era necesario. Al fin y al cabo, si queremos destruir el mundo y damos por hecho que la humanidad lo merece, ¿hace falta inventarse tales gilipolleces pseudocientíficas? Soy agnóstico pero prefiero creer en un Dios todopoderoso y vengativo antes que en rayos que nos traspasan para fundir el núcleo terrestre. La magia puede fascinar tanto como la buena ciencia.
            Con todo, éste es el menor de los males que tendremos que soportar viendo 2012 y fácilmente podríamos disculpar a Emmerich en interés del entretenimiento. Más grave es el escaso acierto al elegir los actores, todos ellos anodinos y grises, empezando por John Cusack, el odioso protagonista. Cuando detrás de personajes poco creíbles encontramos actores sin el menor carisma el desastre está asegurado. Al principio el espectador puede sentirse indiferente pero le aseguro que es una sensación pasajera, porque acabará odiándolos hasta desearles una bien merecida extinción.
            Muy bien, ¿pero y los efectos especiales? Olvidémonos de lo absurdo del argumento y de los personajes lamentables, y cojamos un cartón bien grande de palomitas... Cierto, contemplar la destrucción del mundo es divertido y Emmerich no repara en gastos. Nada que objetar en esto y reconozco que la película podría ser entretenida, pero (¡ay!) Emmerich no quiere dejar que nos entretengamos sin más. Necesita meternos una enseñanza moral de por medio y nos aburre con las vidas de una pandilla de mediocres, empezando por un padre divorciado que salvará su matrimonio gracias a la muerte de miles de millones (¿estoy destripando el argumento? ¿Alguien esperaba que ocurriese otra cosa?...). Tengo un dejá vú. ¿No he visto esto mismo en La guerra de los mundos y otros filmes apocalípticos? ¿Por qué tanto empeño en no querer dejar disfrutar a los espectadores? ¿Por qué regatearnos las explosiones, los incendios y los derrumbes para aburrirnos con discursos moralizantes que no nos interesan lo más mínimo? Sí, a cada rato hay que detener la acción para que los personajes se nos pongan trascendentes y nos confirmen lo absurdo que es toda la trama. Señor Emmerich, no se sienta frustrado por no haber filmado Hamlet y simplemente déjenos disfrutar con cine palomitero y punto.

            Aún más, no se contenta con instruirnos sino que necesita un final feliz y resolver así la contradicción con la que comenzaba esta reseña. Destruir el mundo con un final feliz es poco menos que buscar la cuadratura del círculo. La solución de Emmerich es que entre los miles de millones de seres humanos se salve lo mejor de ella: los más ricos y poderosos. ¡Bravo, señor Emmerich! Nos reconforta saber que nuestros amados líderes políticos y económicos sobrevivirán a cualquier catástrofe. ¿Todos? No, no todas las ratas abandonan el barco... Hay dos excepciones. Una de ellas es el presidente de los Estados Unidos (hay que dejar clara su superioridad moral). La otra... Bueno, digamos que la escena es tan buena que los italianos todavía se están riendo de Emmerich y yo también me reí al llegar el lamentable final “feliz”, el remate para una película ridícula cuyo único mérito es demostrar que la humanidad merece extinguirse.

lunes, 14 de julio de 2014

Nebraska

Título: Nebraska (2013)
Nota: 7'5
Director: Alexander Payne
Duración: 115 minutos

Parece haber cierto gusto en la Academia de los Oscars por el blanco y negro, que no parece haber sido suficiente, sin embargo, para convencer al jurado. Con sus seis nominaciones, "Nebraska" fue probablemente la menos conocida de las grandes competidoras de la última gala de los Oscars. Una suerte igual tuvo en otros premios como los Globos de Oro o Bafta: muchas nominaciones y contados premios, como el de mejor actor para Bruce Dern en Cannes.
Por otra parte, escoger el blanco y negro podría parecer más extraño en una película ambientada en la actualidad y, sin embargo, resulta de lo más oportuno. Las posibilidades estéticas son muy grandes y "Nebraska" demuestra lo que limita en este aspecto la reticencia de muchos a cualquier película en blanco y negro. Lástima.
Pero más allá de esto "Nebraska" puede contar una historia ocurrida en el presente pero en un lugar anclado en el pasado, en la llamada América profunda, donde, al menos visualmente, nada parece haber cambiado desde los 50. Escasean los elementos modernos y los verdaderos protagonistas son los mayores, empezando por Woody Grant. 
Woody no fue un padre ejemplar y sus desvaríos seniles le han convertido en una sombra sin más ilusión que viajar hasta Nebraska y cobrar el millón de dólares que le promete la fraudulenta propaganda postal. Y también un único apoyo frente al desprecio del resto del mundo, el de un hijo ejemplar, pues "Nebraska" es una película sobre el amor filial. 
No hace falta desvelar más ni tampoco es una película para buscar una elaborada trama sino más bien para disfrutar con calma de la fotografía, de los cuidados planos, de las buenas interpretaciones y de la dulce y sencilla música que acompaña esta road movie. Una bonita estética que envuelve un mensaje dulcificado con oportunas notas de humor para evitar caer en lo lacrimógeno con algunos momentos realmente desoladores que vivimos con el viejo Woody. Cuesta entender que la película no haya conseguido algún premio más, aunque sólo fuera en el aspecto puramente estético y que ya he recalcado que es notable. Quiero creer que la competencia en 2013 fue realmente dura. 

Ficha en Filmaffinity:


domingo, 6 de julio de 2014

La joven ahogada

Hablar de Valdemar es hablar del terror más clásico pues, con algunas raras excepciones (pienso, por ejemplo, en Pilar Pedraza), hablamos de una editorial especializada en la literatura que llega hasta la primera parte del siglo XX y de reconocida calidad en cuanto a sus ediciones.
Con su nueva línea editorial Insomnia, Valdemar pretende editar novelas más actuales y está claro que, independientemente de que nos guste o no "La joven ahogada", es difícil encontrar una novela que se desmarque más del terror que podamos entender por clásico. Nada es "clásico" en "La joven ahogada", más allá de que la novela transcurra en Providence y sus sombríos paisajes, es decir, la tierra de Lovecraft. Otra cosa es que nos encontremos en las antípodas literarias de ese autor y que la propia autora llegue a afirmar que no escribe literatura de terror. 
     La joven Imp padece algún tipo de demencia hereditaria y, vigilada por su psiquiatra, nos cuenta en primera persona una historia que se encuentra entre la narración y la catarsis personal, sin que se sepa si quiere realmente ser escritora o poner remedio a su introversión. Como consecuencia las digresiones y los saltos son continuos. En ningún momento estamos totalmente seguros de qué es real o no, porque la propia Imp nos advierte de su tendencia a deformar sus recuerdos. Para acabar de complicarlo,  además de contarnos una historia intenta contarnos la historia de cómo se escribe esa historia, con lo que los recursos metalingüísticos son continuos. Yo mismo he de reconocer que ciertos pasajes me resultaron complicados y sospecho que una segunda lectura me descubriría nuevos detalles. Ha de leerse, pues, con atención y recreándose en los detalles y en los sentimientos de una protagonista que confunde lo real con lo irreal, lo cotidiano con lo mágico.
        Por cierto que soy de los que opinan de que el género importa a la hora de escribir y éste libro sólo me ha reafirmado en esa opinión. La peculiar relación lésbica de Imp con Abalyn es conmovedora y auténtica, una relación tan cercana que sirve de contrapunto a otra relación, malsana e inquietante. No diré más porque odio que me destripen los libros y quiero predicar con el ejemplo.

Es imposible no reconocer la enorme dificultad y la singularidad de escribir un libro como éste y que con esos méritos ganó en 2012 los premios Stoker y James Tiptree. Pero igualmente he de insistir en que no es una lectura fácil ni ligera que recomendar a cualquiera. Nos encontramos más cerca de Dostoyevski que de Lovecraft o Poe. , porque "La joven ahogada" antes que una historia de muerte y criaturas mágicas es la historia de Imp contra sus demonios interiores por conservar su cordura. Una lectura compleja pero con resultado satisfactorio.

Título: La joven ahogada (2012) / The drowning girl
Autor: Caitlin R. Kiernan
Género: Terror
Nota: 8
Edición: Editorial Valdemar, Colección insomnia (2014). Tapa dura con sobrecubierta
Lo mejor: es francamente difícil superar este ejercicio de novela psicológica
Lo peor: no es una novela fácil, hay que digerirla con paciencia.

Ficha en Tercera Fundación:

Sobre la autora:

domingo, 22 de junio de 2014

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